“No tengo tiempo”.
Todos hemos oído esta recurrente expresión. Sin embargo no
deberíamos hablar de escasez de tiempo sino de una mala planificación del
mismo. Todos disponemos de los mismos 7 días de la semana con sus 24 horas cada
uno y su adecuada administración depende únicamente de nosotros.
La gestión del tiempo es fundamental en una
sociedad en la que vivimos sobrecargados de tareas y distracciones,
informalmente conocidos como “ladrones de tiempo”. Con la gestión del tiempo
nuestra productividad se dispara mejorando la calidad del trabajo y, en última
instancia, los beneficios generados para la empresa. A nivel personal, una
adecuada gestión del tiempo es esencial para mantener una adecuada calidad de
vida: la mala gestión del tiempo puede llegar a provocar estrés, ansiedad y
caos.
En primer lugar, debemos trabajar en un entorno
ordenado y organizado. No podemos comenzar a hablar de la gestión y
administración del tiempo si nuestra mesa de trabajo está totalmente
desordenada. Deberemos dedicar unos minutos, preferiblemente al final de la
jornada laboral, para recoger y clasificar documentos, folios y herramientas de
trabajo con el propósito de contar con un entorno organizado.
La agenda es
nuestra mejor herramienta en la gestión del tiempo. Algo tan simple como una
libreta y un bolígrafo nos permite planificar,
organizar y priorizar todas nuestras tareas además de nuestras citas y
nuestros compromisos. Debemos tenerla siempre disponible para apuntar nuestros
nuevos compromisos y poder revisarla regularmente para recordarlos.
Paso previo a la planificación de las tareas es el establecimiento
de los objetivos. Estos deben ser ambiciosos pero también realistas y
alcanzables para ser capaces de motivarnos y estimularnos.
En función de los objetivos marcados planificaremos
nuestras tareas y funciones. Es recomendable identificar por adelantado las
tareas a realizar cada semana (o cada mes, en función de la magnitud del
proyecto).
Con la agenda en la mano podremos priorizar. Al
otorgar una jerarquía a las tareas podremos reservar el tiempo suficiente para
realizar las importantes. Es fundamental definir cuáles son las tareas
prioritarias para asegurarnos de su ejecución.
Cuando
ya tengamos tiempo asignado para realizar cada tarea prioritaria podremos
planificar la realización de las tareas no prioritarias. Siempre tenemos que
contar con un margen para afrontar posibles imprevistos.
Debemos conocer cuáles son nuestras horas de mejor
rendimiento, en las que estamos más concentrados. Intentaremos realizar las
tareas prioritarias en estos tiempos para realizarlas del modo más eficiente
posible y, por otro lado, las tareas no prioritarias las realizaremos siempre
en nuestras franjas horarias de menor rendimiento.
Al finalizar el plazo que habíamos reservado para la
ejecución de las tareas tenemos que realizar un ejercicio de control: ver qué tareas de las
que nos habíamos comprometido hemos realizado, cuáles no hemos acometido y por
qué no lo hemos hecho.
El
descanso es elemental en la gestión del tiempo. Para aprovechar al máximo
nuestro tiempo no hace falta estar trabajando toda la jornada laboral sino que
el tiempo que lo hagamos saquemos toda nuestra productividad. Los descansos nos
permiten recobrar energías, desconectar de tareas poco agradables y llenarnos
de optimismo.
Muchas
veces la mala gestión del tiempo tiene su origen en malos hábitos. Nunca dejes
de cuestionarte tu mecánica de trabajo para implementar mejoras.
Y, por último, identifica tus principales ladrones de
tiempo y prepara un plan para combatirlos efectivamente.
¿Cuáles son los principales ladrones de
tiempo? Cómo identificarlos y propuestas de solución.
Las interrupciones son
las peores enemigas de la organización y la gestión del tiempo. Cada vez que se
produce una interrupción tardamos unos cuantos minutos en recuperar
completamente la concentración. Concentración baja implica productividad baja y
un aumento en la probabilidad de cometer un error (que posteriormente deberemos
subsanar consumiendo tiempo).
El teléfono es uno de los mayores ladrones de tiempo.
Interrumpir una tarea prioritaria por atender el teléfono nos hará perder
nuestra concentración y nuestro tiempo. Todos tenemos la necesidad
imperiosa de coger el teléfono tan pronto como lo oímos pero no nos engañemos,
una llamada telefónica en sí no es prioritaria aunque puede que lo sea el
mensaje. Si recibes una llamada y estás realizando una tarea prioritaria no te
preocupes, el interlocutor te dejará un mensaje en el buzón de voz al que
podrás acceder una vez finalizada la tarea. Si no tienes más remedio que coger
la llamada se breve y directo.
Las visitas no deseadas son totalmente inaceptables. Salvo que
el motivo de la visita sea urgente o el visitante sea alguien al que tengamos
que dar prioridad no deberemos aceptar visitas no planificadas.
El correo electrónico es uno de los males de la era digital.
¿Cuántas veces al día, a la hora, somos capaces de revisar el correo?
Seguramente demasiadas. Bien usado es una herramienta muy útil pero por lo
general está muy mal gestionada. Las cuentas de correo electrónico están
invadidas de spam, cadenas de mails y tareas importantes sin catalogar.
Gestionar el correo electrónico es una tarea que
puede prolongarse mucho más de lo recomendable, por ello, deberías usar un buen
filtro antispam, fijar un intervalo de tiempo fijo para revisar correos y
contestarlos, poner filtros, etiquetar correctamente, fragmentar la bandeja de
entrada son algunas opciones básicas que todos deberíamos tener.
Respecto a las reuniones, si queremos gestionar adecuadamente
nuestro tiempo deberemos asistir sólo a aquellas que tengan un objetivo
definido. Las reuniones no tienen por qué ser improductivas, es más, una
reunión con los objetivos bien definidos ayudará a planificar las tareas
ahorrándonos mucho tiempo.
Aplazar tareas desagradables o complejas es contraproducente a
la hora de gestionar el tiempo: se pierde demasiado tiempo buscando excusas
para aplazar la tarea. Afróntalas cuanto antes y en tus momentos más
productivos para quitártelas de encima en el menor tiempo posible.
No comiences nunca las tareas sin haberlas
planificado. La planificación tiene que preceder siempre a la acción o
perderemos mucho tiempo bloqueados y sin saber qué dirección tomar.La falta de
comunicación es otro de los grandes problemas a nivel de la organización. Si la
comunicación de los nuevos objetivos y tareas no se hace del modo adecuado
posiblemente se tendrá que repetir consumiendo tiempo innecesariamente.
Y, por último, la multitarea es otro de los grandes
ladrones de tiempo. ¿Cuántas veces estamos terminando un informe pero antes de
terminar recordamos que tenemos que contestar un correo? Si estás realizando
una tarea lo mejor es que anotes la nueva tarea para realizarla posteriormente
y prosigas hasta terminarla.